lunes, 17 de marzo de 2008

...Sobre Quevedo...


Quevedo reaccionario, Quevedo revolucionario, Quevedo rebelde, Quevedo conservador; moralista e inmoral; el más erudito y elegante de los poetas de su tiempo para amigos como José González de Salas; y para sus enemigos del libelo Tribunal de la justa venganza un maestro en errores, doctor en desvergüenzas, catedrático de vicios y protodiablo entre los hombres... Los estudiosos que se acercan a la figura de don Francisco se sienten obligados a multiplicar las etiquetas, a hablar de las almas de Quevedo, de los rostros o de las personalidades múltiples de Quevedo; se desorientan frente a esa variedad y buscan a menudo explicaciones que justifiquen la distancia que va de su poesía amorosa a la sátira misógina o la que separa los elogios al poder de las ácidas condenas a la incompetencia, la corrupción o la necedad de los poderosos.

Hay críticos y lectores ingenuos que se molestan con el hombre (que en paz descanse si la paz le ha sido concedida) y trasladan su antipatía a la obra; otros que fuerzan la obra para poder apreciarla de manera anacrónica; muchos aseguran que es su autor favorito sin que conste que lo hayan leído. Pero sea como fuere la persona y la obra de Quevedo fascinan al lector y proponen un reto a la inteligencia y la sensibilidad de nuestro tiempo, como lo hicieron en el suyo. Todo gran poeta es contemporáneo, valga decir inmortal. Su lectura, sin embargo, no puede ser arbitraria. A la recuperación de las claves de lectura que permitan esa percepción contemporánea de este escritor español del Siglo de Oro y universal de todos los tiempos se dedica esta página de autor.

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